13.5.15

41

Por más que fuera evidente
la belleza no fue culpable
de obligarme a tus encantos;
lo fue el cansancio de mi aliento
repetido en tu mirada y uncido
blanco exponencial de aprobación
en el ojo por ojo especular 
de la presencia dividida.

Nadie encenderá velas a mi desvelo,
tarta de humo que reparto 
a los cuarenta y un desdobles de mis mayos 
entre la concordancia inculcada de las carencias 
y lo absoluto que, de cerca, cércame más
sin hacerme suyo todavía.

No habrá mayor embriaguez
que la vertida en el cáliz roto
del tiempo inventado, remedo
de homenaje al horror sin remedio
que siento ahogarse, invertebrado,
en el error que me sustenta
sobre otra frontera violada
de más o menos a menos.

Si todo dios duele de sí
en la vida que cree ser,
a cada diablo corresponde
reírse del dolor todo 
en todo el ser que imagina
estar haciendo vivir.

10.5.15

POLINIZACIÓN

Nunca llora uno del todo,
nunca,
todos los pasos que rompen
a andar lo que se llora;
nunca hacen huella baldía
las pisadas donde siembra
siempre el llanto defunción
largo rapto respirada.


1.5.15

A NADIE HAGA YO FRUTO

Hay muchas muertes, pero todas
se vuelcan en una sola
porque al mismo ombligo vamos
a bordo de un polinomio igualado
con los puntos del interrogante
y los pecios que hacen dique de identidad
entre los nadies,
ángulos y rectas de una esfera imposible,
troneras de principios y finales
sobre un remolino de amplitudes
donde el aliento se pierde
antes incluso de ser,
antes de haber elegido negar por lo engendrado
la seña y santidad del acto sin fruto,
disfrute que no siega ni trasiega,
fisura que fluye allí donde resbalan
ideales sembrados de futuros
cadáveres, hoy furcias de sus asertos, 
boas a su vez de un árbol de tortura
enroscado al cual un dios menguante,
travestido de ciencia y de progreso,
exige astros crujientes que se doblen
bajo el sol de su implosión inverecunda.

Si antaño todo se hacía para la eternidad
y los hombres se equivocaban,
hogaño todo está yerto al nacer,
y no aciertan los hijos de aquellos;
yerro nuevo sobre yerro viejo
que nos toca mondar
con las tripas revueltas en las trampas
de una ciega visibilidad:
también manda la fe en este ahora,
como también en cada uno empezó el abismo
que juntando infiernos calentamos en vano.

No somos de donde pacemos,
ni siquiera de donde llegamos;
somos de donde jamás
imaginamos volver.